lunes, 18 de julio de 2011

Violenta expulsión de los Escudero de su campo en Estancia Grande

Articulo extraido de Periodistas en la Red (Gustavo Senn)
San Luis 15-07-11. A las seis de la mañana, al amparo de la oscuridad, la policía tiro un alambrado de uno de los costados de la propiedad de los Escudero, detuvieron a los integrantes de la familia -entre ellos 4 menores- y después tiraron la casa abajo con todas las pertenencias. Las cuatro nietas de don Mario, fueron llevadas a la Comisaria del Menor y luego fueron trasladadas a un centro asistencial porque habían sido maltratadas psicológica y físicamente. Frente al campo "La Camila" en Estancia Grande, a media mañana comenzaron a juntarse vecinos y amigos de la familia que indignados aguardaban para ver que determinación tomar. Han convocado a todos a los allegados para que se arrimen al lugar.
Al principio fue solo un puñado de gente, pero pasadas las 13, ya había más de cincuenta personas solidarizandose con la familia que resistió el desalojo compulsivo del gobierno que expropió 220 hectáreas con la excusa de tener que construir una escuela, un centro cívico y un edificio para la policía.
Si bien los jueces que actuaron en la causa cumplimentaron todos los procedimientos que prevé la ley de expropiación, ninguno, en sus sentencias, se refirió siquiera al primer artículo de la norma, que señala debe justificarse que el bien declarado de utilidad pública cumpla una función en ese sentido. Para dar una idea de la superficie, es similar a la que ocupa la zona delimitada por las cuatro avenidas que circundan el centro de la ciudad, 15 x 15 cuadras.
Nada parece justificar que para tres edificios sean necesarias 220 hectáreas. 120 son de la última familia que resistió la ofensiva estatal. Según le dijeron en algún momento a Mario Escudero (p), allí se instalará un criadero de ñandúes, algo muy lejano a lo declarado en el expediente judicial. En realidad se trata de un mega emprendimiento inmobiliario que encabezan los personajes del poder, que están haciendo compras de territorio a través deun estudio de abogados, presuntamente con prestanombres o testaferros.
Aunque no linda con el campo de los Escudero -vecino de los Sirabo, gerenciadores del Club de Polo Estancia Grande- equidistante con el actual edificio municipal, en sentido contrario de la calle, tiene su propiedad Alberto Rodríguez Saá y su residencia llamada Los Peñitos.
El hombre que se jacta de haberle devuelto a los ranqueles y huarpes sus territorios como culturas originarias, echa a sus vecinos -también originarios del lugar- de la peor manera y luego arrasa con las topadoras para que no queden rastros de ellos.

Una madrugada de terror

Poco despúes de las 13,30 llegó don Mario Escudero Padre el lugar. Fue recibido con aplausos por quienes hacían vigilia para ver que determinación tomar. Atras, en una camioneta, al poco rato llegaron sus nietas.
"Le pegaron una patada a la puerta y entraron a los empujones. Nosotros, del susto, no podíamos abrir la carpa", cuenta una de ellas. Las adolescentes, la mayor de 16 años, habían puesto una carpa en el patio de la casa y estaban allí durmiendo cuando entró la policía.
"Me agarraron del brazo y me lo tiraron para atrás para meterme adentro del patrullero", cuenta y hace el ademán de lo que le tocó sufrir.
"No sé m'hijo", responde don Mario cuando le preguntan si las pertenencias quedaron bajo los escombros. Él no estaba en el momento del desalojo y su yerno, junto al resto de la familia fueron detenidos por averiguación de antecedentes.
A juzgar por la forma de proceder en los casos anteriores y las cosas que se veían salir apenas de entre los escombros, debieron quedar atrapadas entre las ruinas de la humilde casita de los Escudero.
"Vinieron como cien efectivos, armados hasta los dientes y se llevaron hasta las chicas", relata con una fortaleza increíble el hombre al que le destruyeron todo. "Pero esto no termina acá", asegura.

Orden de reprimir

Consultada una fuente policial sobre las órdenes que tenían, dijeron que "nadie pude pasar" de nuevo al campo La Camila y que tenían orden de "dar palos al que se metiera".
La guardia que había hasta las 2 de la tarde en La Camila era modesta, pero en el puesto policial estaba el camión del COAR, el Comando de Acciones Rápidas, especialista en represión.

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